Por Ana Cristina Barros *
En Brasil, uno de los afluentes del río Amazonas constituye un “encuentro de aguas” tan hermoso que rivaliza con el de las aguas oscuras del Río Negro. Las claras aguas azules del río Tapajós pueden ser vistas incluso en la ciudad de Santarém, tercer municipio más poblado del estado de Pará.
La cuenca del Tapajós comprende un área del tamaño de Francia, entre los estados brasileños de Pará , Mato Grosso y Amazonas. Es en esta cuenca en la que la producción agrícola se extiende hacia el sur, mientras que las zonas del centro y norte se enfrentan a los retos de una agenda de desarrollo basada en la conservación de los bosques y el desarrollo sostenible. Es también aquí donde emerge el papel clave del rio Tapajós en la logística pública y privada de la agricultura brasileña, la generación de energía y el potencial mineral.
Importantes inversiones en infraestructuras dirigidas al Tapajós.
Sector de la energía. Actualmente hay dos planes hidroeléctricos en construcción, uno en proceso de licitación, y otros seis diseñados para los próximos cuatro años. Muchos otros usos hidroeléctricos, de variada escala, se han previsto para la cuenca. Para tener una idea: los proyectos hidroeléctricos planificados para la cuenca del Tapajós son casi tres veces el tamaño del complejo hidroeléctrico Belo Monte en el río Xingu, el segundo más grande de Brasil.
Transporte y logística. Se espera que la carretera BR -163, que une las ciudades de Cuiabá y Santarém, de una longitud de 1000km y que corta a través de bosques, áreas protegidas y de la cuenca del Tapajós, esté totalmente lista en el 2015. Los camiones en esta carretera llevarán por lo menos 20 millones de toneladas de soja (algunos estiman que 40 millones de toneladas) a casi una docena de terminales portuarios a lo largo del río. La soja se trasladará en camiones desde Mato Grosso hasta la ciudad de Itaituba, en el estado de Pará. Una vez pasada por las terminales de transbordo de Itaituba, la soja navegara los ríos Tapajós y Amazonas en barcazas de madera balsa, a los puertos de Bacarena y Macapá.
Sin embargo, estas inversiones también traen retos.
Como una simple y aterradora nota, dejando por un momento cuestiones del múltiple uso del agua, de puertos y traslados- si tenemos en cuenta que cada terminal de transbordo tiene capacidad para seis millones de toneladas de soja (estimación conservadora), y que cada barcaza puede transportar alrededor de 40 toneladas por viaje, podríamos llegar a la conclusión de que los seis terminales previstos para Itaituba (otra estimación conservadora) tendrían que manejar cerca de 2.500 camiones por día. Esta afluencia de camiones seguramente se sentirá en la carretera BR -163.
La presión social de esta carga de tráfico es enorme. Junto con ello, se pueden predecir la proliferación de carreteras secundarias, el flujo de madera ilegal y los asentamientos ilegales en zonas conservadas. La frontera de la producción agrícola, que una vez transporto la producción a través de los puertos del sur y sureste de Brasil , ya no estará restringida por este límite. La producción a lo largo de la BR -163 será muy atractiva económicamente. Históricamente, la literatura científica muestra que el 75 % de la deforestación en la región corre en paralelo con el asfalto.
Afortunadamente, los desafíos brindan oportunidades.
También tenemos algunas buenas noticias con respecto al papel de río Tapajós, en su papel como eje exportador:
- Registro Nacional Ambiental Rural de Brasil. Ahora una realidad , esta herramienta permite la gestión de las propiedades rurales individuales , el control del cumplimiento del Código Forestal y de las tasas de deforestación permitidas. Esta es una buenísima noticia. Los agricultores y las empresas agroindustriales reconocen cada vez más los beneficios de la combinación de la producción con el manejo forestal como una manera de añadir – o de garantía – el valor de la producción.
- El gobierno brasileño tiene metas de reducción de la deforestación dentro de sus compromisos con el equilibrio climático. La deforestación en la Amazonía ha seguido una tendencia bajista durante casi una década, y el gobierno está comprometido a mantener esta tendencia.
- Áreas protegidas a lo largo de la carretera BR- 163. El gobierno federal designó estas áreas hace casi una década , y también comenzó un proceso de estructuración de la utilización de la madera en los bosques nacionales . Una agenda para ser continuaday consolidada , pero ya tiene sus bases.
- Programa de Ciudades Verdes del gobierno del estado de Pará. Como complemento de las iniciativas federales, este programa apoya a los municipios y agricultores que buscan la regulación ambiental de la producción y la reducción de la deforestación. El Tapajós todavía no es un are de gran relevancia para el PMV , pero se espera que lo sea muy pronto.
Se necesita el programa de inversión en infraestructura para el crecimiento del país. Sin embargo, los puertos, vías navegables, carreteras y centrales hidroeléctricas son tan necesarios como asegurarse de que los planes y obras consideran el desarrollo local y los aspectos medioambientales.
Tendremos que seguir con responsabilidad, haciendo de la infraestructura un agente de desarrollo. Las oportunidades son enormes. Las inversiones en infraestructura generan ingresos significativos a la región a través de la compensación y los impuestos. Las obras de infraestructura en el Tapajós podrían generar a las unidades de conservación cerca de US$90 millones. La compensación financiera del sector eléctrico por sí solo debería generar cerca de otros US$90 millones de dólares al año. Cada año! Un paquete de medio ambiente podría ser incluido en licitación de la BR -163, apalancando la contribución medioambiental de las empresas , en colaboración con el gobierno. No hay duda de que la oportunidad de trazar un camino diferente hacia el desarrollo sostenible de la región amazónica de Brasil es inmensa. La pregunta clave es: ¿Cómo vamos organizar eso?
Foto modificada. Foto original: Amanhecer no Tapajós – Santarém – Pará” por Arnoldo Riker Some Rights Reserved
* Ana Cristina Barros es directora de Infraestructura Inteligente para América Latina de la The Nature Conservancy
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